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jueves, 3 de diciembre de 2009

Ejercicio 6 Pagina 88

Aquella noche las hijas de la princesa habíanse cobijado en la terraza, bajo la luna, como las hadas de los cuentos. Rodeaban a una amiga joven y muy bella que de tiempo en tiempo me miraba llena de curiosidad. En el salón, las señoras ancianas conversaban discretamente, y sonreían al oír las voces juveniles que llegaban en ráfagas perfumadas con la fragancia de las lilas que se abrían en el bajo de la terraza. Desde el salón distinguíase el jardín, inmóvil bajo la luna, que envolvía en desvaída claridad la cima marchita de los cipreses y el balconaje de la terraza donde, otras veces, el pavo real abría su abanico de quimera y de cuento.